Imprevistos

El caballo era uno de mis favoritos animales en este mundito. Por motivos desconocidos un día me levanté y le dije a mi madre que si podía ir al médico que estaba harta de tener dolores de cabeza que quería saber la causa del por qué los tenía. Entré en la sala del médico y cuando acabé de hablar con él ya entendía todo. A veces no sabes por qué ocurren las cosas y piensas si te mereces lo que te da la vida. Descubrí que tenía síndrome de Chiari; una malformación rara del sistema nervioso localizada desde la base del cerebro y el cerebelo al canal espinal. El doctor me lo explicó, sinceramente no lo entendí muy bien pero cuando me dijo lo que debía y lo que no debía hacer el resto de mi vida ya me esforcé en entenderlo. “Prohibido montar a caballo, prohibido jugar al volleyball, prohibido correr, prohibido coger mucho peso…” “Debes cumplir mis indicaciones, si presentas síntomas lo mejor será operarte, pero no te preocupes por ahora” Mientras escuchaba todo pensaba… ¿Tengo que pensar en esto toda mi vida? ¿Puede que me tengan que operar en tres meses, cinco años, 20 años o nunca?, ¿Cómo voy a rehacer mi vida de un día para otro? Llevaba desde los cuatro años montando a caballo y desde los nueve jugando al vóley. Siempre he sido una chica deportista y amante del deporte intensivo y en grupo. Descubrí que tenia ese problema a los dieciocho años y pensé que si llevaba todo ese tiempo haciéndolo por qué iba a dejar de hacer lo que me gustaba, estaba muy cabreada. Es normal que te enfades cuando de repente te dicen que te prohíben hacer lo que más deseas en esta vida. A lo largo de los días lo pensé mas profundamente y recapacité. Es mejor para mi no volver a montar a caballo porque estaré más a salvo de posibles caídas tetrapléjicas. Preguntareis, ¿Por qué dice tetrapléjicas...? Un ejemplo que puso el médico el otro día de la consulta fue que si todos se caen tienen 50% posibilidades de quedarse tetrapléjicos en una caída de caballo, pero en mi caso es un 80%. Asique hoy en día he conseguido planear una vida diferente sin tener que montar a caballo o jugar al vóley compitiendo y entrenando tantas horas como lo hacía. He empezado a entrenar mi cuerpo, haciendo pilates, yoga o fitness. Una mezcla de deportes no intensivos y favorables para la musculación de mi cuerpo. Por otro lado, los domingos juego al volleyball playa dos horas en las que me permiten sentirme libre y contenta, pero en las que tengo que prestar atención para que no me pase nada. La vida es incierta y eso nunca hay que olvidarlo. No hay nada más que hacer que mirar hacia adelante y levantar la cabeza.

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