Reflexión
A veces miramos por la ventana del autobús,
camino a la universidad, a quedar con alguien o a casa o simplemente de viaje y
nos da por mirar por la ventana e imaginarnos cosas que sabemos que
probablemente nunca pasaran, o simplemente pensamos en todo lo que nos ha
pasado a lo largo de los años de nuestra vida.
El mayor peligro se mirar por la
ventana con los cascos puestos y la música a tope, es en el mes de diciembre,
ese mes en el cual se nos pasan tantas cosas por la cabeza, todos los momentos
vividos a lo largo del año desde enero hasta diciembre, pero yo ahora mismo que
estoy camino a casa después de un largo día de trabajo, no me vienen demasiados
momentos del año, sino que se me concentran en tres meses del año, en esos tres
meses de verano que sin duda fueron totalmente diferentes a lo que yo me
imagine, sabía que me iba a marcar y que iba a ser diferente, pero no de tal
forma....
Al principio me recordó mucho al
verano de 2014, pensé la historia se repite y no quiero volver a pasarlo mal,
por suerte no fue así, también influía que no era la misma persona... y no tenía
nada que ver mi yo del 2014 con mi yo del 2017...
Quizá este año sea el que más me ha
enseñado en cuanto a valorar, pero no a nada ni a nadie, sino a mí misma, hay
ocasiones que llega gente que sin decirnos nada, en realidad nos está gritando
a los cuatro vientos que valemos más de lo que pensamos, bueno en realidad así
lo sentí en su momento... si este verano me ha enseñado algo es a confiar en mí
misma... entre otras cosas
Este verano no solo me ha servido
para eso, si no para darme cuenta que al final encontramos a personas las
cuales nos quieren tal y como somos, y encontramos a amigas que, aunque en
muchas ocasiones la fastidiemos y mucho, están dispuestas a estar ahí, aunque
en ocasiones nos volvemos insoportables o incluso irreconocibles, te dan tiempo
y te ayudan de alguna a volver a encontrarte.
Este año he aprendido que habrá
veces que por circunstancias de la vida una amiga se tiene que marchar a la
otra punta del planeta, o simplemente vive en el otro lado de la península,
pero eso no quiere decir que no exista la amistad, porque a veces las amistades
más valiosas y más fuertes son aquellas que a pesar del tiempo y la distancia
siguen ahí tras el paso de los años.
Este año he conocido a demasiada
gente, me he ilusionado, que no enamorado, he llorado hasta no poder más, he reído
hasta llorar, he alucinado con ciertas cosas que he descubierto de mí misma que
ni yo misma sabia, y sobre todo he descubierto que tengo más cosas buenas de
las que creía, y que aunque el único que tiene la respuesta es el tiempo, hay
cosas que ni por mucho tiempo que pase se borrara, y hay personas que clavan
muy hondo y aunque quizá no estén en el fondo siempre caen en la memoria aunque
no sea de la misma forma que antes.
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